Trabajos de la Asociación YIHDES

EL ORDEN SIMBÓLICO COLONIAL Y EL CONTROL DE LA SEXUALIDAD FEMENINA EN EL VIRREINATO DEL PERÚ

Autor:
Cármen Cecilia Osorio Quispe

Cuando los españoles llegaron a tierras americanas plasmaron y reprodujeron su sistema simbólico, político y social. El triunfo de su modo de organización social supuso elaborar complejas técnicas de conquista y mecanismos de dominación, que buscaban reintroducir el orden en el caos por medio de jerarquías, signos de estatus y dependencias.

Para entender como estaba construido el sistema simbólico colonial, es necesario instalar la categoría "cuerpo", en cuanto permite ordenar el mundo en un binomio primordial: cuerpo/alma, carne/espíritu (ARAYA, 2004, p. 69).

El sistema monárquico es de un "cuerpo místico" amenazado por la corrupción que representa la mezcla de sangre, esto es, el mestizaje constituye el elemento desestabilizador dentro de esta teoría política, en tanto interfiere con el orden simbólico (2004, p.74) El orden simbólico colonial tenía como uno de sus principios: mantener la pureza de sangre ¿qué significaba esto? en pocas palabras, era casarse o unirse con una persona de la misma raza. Si eras español, debías comprometerte con una española, y este paradigma debía imperar con las otras razas. Es por ello que los plebeyos, las castas y los mixtos representaban el peligro para la estabilidad del orden. Por lo tanto, dentro de los elementos esenciales para la continuidad del poder predominaba el no mezclarse, si ocurría eso, se debía poner en práctica todos los dispositivos para ‘blanquearse’.

Fuente: Cabrera, Miguel (1763) De español y mestiza, castiza. [Lienzo].
Recuperado de http://www.mecd.gob.es

La relación entre mestizaje e impureza  puede evidenciarse en la controversia de los velos que se dio en el Convento de Santa Clara - Cuzco. La abadesa Francisca de Jesús y una pequeña minoría de monjas españolas habían impuesto una división jerárquica entre las monjas. Las monjas españolas utilizarían el velo negro, mientras las monjas mestizas el velo blanco; y aunque el cabildo no estuvo de acuerdo con esta disposición, se mantuvo esta regla (BURNS, 2008, pp. 50-51). Así se marcó la superioridad de unas sobre otras. No era el color de la piel los que determinaba su inferioridad sino su “mezcla” —ser hijas de madres de origen incaico y padres españoles—, a ello se agregaba su pasado idólatra.

Dentro del orden simbólico colonial del cuerpo representaba el cuerpo social; se tenía el deber de protegerlo. Sobre las mujeres de las clases altas caía toda la presión social. Ellas eran coaccionadas y cuidadas por la élite. En esta parte se puede dilucidar que existía un tipo de regulación para las mujeres que proviene del grupo al que pertenece es decir, una regulación externa. 

La pureza femenina de la élite era resguardada celosamente. Dentro de la jerarquía de la pureza basada en una trasmisión biológica, el comportamiento sexual era vital para preservar la pureza de la casta. Las mujeres y las élites eran controladas, pues como dice Alejandra Araya: "la mujer era un acceso", las mujeres era la puerta de acceso a la casta; eran una herramienta necesaria para la mantención del orden social y simbólico.

El control del cuerpo de la mujer recaía en los hombres de la casa. Ellas no podían controlarse a sí mismas. Necesitaban protección de los hombres, y por ello se las dominaba con el encierro en lugares como la ‘casa de las desamparadas’, los conventos, los beaterios, etc. El encierro garantizaba la pureza y la honra. Estos lugares protegían a las mujeres, pero a través de dichos lugares también podían alcanzar mejor estatus y la ansiada purificación.

Fuente: Anónimo (1730) Retrato de familia Fagoga Arozqueta [Pintura].
Recuperado de https://commons.wikimedia.org

Se podría decir que en la mujer caía el mayor peso del sistema colonial. Pero siempre hubo quienes desafiaban o quebrantaban las normas. La investigadora Asunción Lavrin, analizó el proceso de enamoramiento. Ella hacia referencia a que, al parecer, la promesa del matrimonio brindaba a las mujeres la suficiente garantía de las intenciones masculinas, y bastante seguridad en sus implicaciones religiosas y legales, como para tener relaciones sexuales. Los hombres y mujeres tenían relaciones sexuales premaritales. La facilidad en que las mujeres accedían a intimidar con hombres después del intercambio de regalos o la palabra de matrimonio, indicaba el deseo de trascender, o incluso, de desafiar lo límites impuestos por la familia, la religión y la ley. 

El que una mujer se le considerará o no socialmente honorable o virginal dependía en gran medida de su posición y credibilidad en caso de pleito por perdida de virginidad. Las mujeres "protegidas" —aquellas mujeres que tenían familiares hombres que podían abogar por ellas—  tenían mayor posibilidad de restaurar su honor que aquellas que no contaban con tal apoyo. La hipótesis de que las mujeres necesitaban protección se basaba en la idea que  la voluntad y el honor femenino eran bienes frágiles.

En conclusión, la concepción que la mujer debía mantener la “pureza de sangre” fue uno de los pilares del sistema colonial que se plasmó en América, y para mantener dicha “pureza” se debía “proteger y controlar” a la mujer; por lo que la responsabilidad de protección y control recaía en el hombre. Como se puede dilucidar, los mecanismos de dominación que aplicó la Monarquía Católica en tierras americanas estaba estrechamente vinculada con el control sexual femenino, y en especial, a la mujer de élite.

Bibliografía
ARAYA, Alejandra (2004) “La pureza y la carne: el cuerpo de las mujeres en el imaginario político de la sociedad colonial”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades. Año VIII. ½.

LAVRIN, Asunción (1991) Sexualidad y Matrimonio en la América Hispana, siglos XVI y XVIII. México.

BURNS, Kathryn (2008) Hábitos Coloniales. Los conventos y la economía espiritual del Cuzco. Lima: Centro de Estudios Andinos. IFEA.