Por José Samuel Querevalú
En
el Mes de los Museos, la asociación YIHDES entrevistó al arqueólogo Daniel
Morales Chocano, reconocido catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Ha sido director de la Escuela Profesional de Arqueología de dicha casa
de estudios y fue Vice Decano del Colegio de Arqueólogos del Perú. Autor de
varias publicaciones, ha participado como ponente en diferentes eventos académicos
y ha dirigido proyectos de investigación a lo largo del país, resaltado sus
trabajos en el sitio de Pacopampa, en la sierra norte, y sus trabajos en la
amazonia peruana.
Profesor,
¿cómo nació su motivación para decidir estudiar arqueología?
Bueno,
eso es parte de una historia bastante vieja. Para empezar yo soy de Huánuco y
estudié en un colegio de primaria muy importante de esta ciudad en donde me
enseñaba un profesor que tenía mucha afición por la historia. Esto fue en los
años 60s, justamente en el momento en que los japoneses estaban excavando
Kotosh. Ahí tuve la oportunidad de ir con este profesor, pues llevaba a todos
los alumnos y al final fue una gran impresión para mí. Me impactó el trabajo de
los japoneses y a partir de ese momento tuve mucha curiosidad por la
arqueología; más aún por lo ordenados que eran los japoneses que fue lo que me llamó
la atención.
Posteriormente
vine a Lima, terminé mis estudios de
nivel secundario en el colegio Ricardo Bertín, ahí conocí a otro profesor de
historia que sería el Dr. Rivera Cerna, quien también era catedrático de San
Marcos. Sus clases de historia eran muy interesantes y complementaron la
vocación que yo tenía por la arqueología ya que enfatizaba mucho en las
culturas prehispánicas. Yo creo que esos dos momentos fueron sido decisivos para
seguir arqueología.
Desde que comenzó a
estudiar en San Marcos a la actualidad ¿cómo considera que ha evolucionado la
teoría arqueológica?
Bueno,
la teoría arqueológica, como yo lo veo, no ha cambiado mucho que digamos.
Cuando nació la ‘nueva arqueología’ hubo un boom
de posibles cambios pero que no se han materializado a nivel teórico. Más bien,
ha sido un cambio de tecnología cibernética entrar a todo lo que es el manejo
de estadísticas; sin embargo, a nivel teórico yo no veo que haya mayores cambios.
Incluso -hasta la fecha- todavía se siguen manejando los marcos
teóricos-metodológicos de lo que yo llamo la escuela norteamericana, que tienen
una teoría y una metodología de trabajo de campo incluso más rígidas que no han
podido ser superadas a pesar que hay muchas críticas sobre la arqueología
contextual.
En su opinión, ¿Qué
características contempla la investigación en arqueología en comparación de
otras ciencias?
La
arqueología en comparación con otras ciencias, se ha convertido en
multidisciplinaria, pues con la tendencia de la ’nueva arqueología’ ha logrado
mayor acercamiento con las ciencias naturales. Mientras que la ‘vieja arqueología’
estaba orientada a las ciencias humanas, incluso los títulos y los grados eran
bien claros; actualmente el arqueólogo ya no puede hacer inferencias solamente
en base a lo que él pueda aportar a nivel de sus excavaciones, tiene que hacer
una serie de análisis en las que él no está preparado, necesita mucho apoyo de
otras disciplinas.
¿Cómo se inicia en la docencia?
¿Era limitado en ese tiempo el campo laboral o como era el panorama?
No
era limitado en ese tiempo pero eran pocos arqueólogos, y los pocos arqueólogos
que seguíamos la carrera prácticamente terminábamos involucrados en ser
ayudantes primero, luego como jefes de práctica e inmediatamente entrábamos a
la docencia. La mayoría de los profesores posteriores que hubo en la escuela
han llegado a la docencia de esa manera, y además, a diferencia de ahora, el alumno de arqueología -que eran pocos- tenía
la posibilidad de hacer más prácticas. Seis u ocho alumnos podían repartirse
entre tres o cuatro profesores y participar permanentemente en proyectos de
investigación. Estaban siempre en trabajos de campo, por entonces había más
formación de campo especialmente. No tanto a nivel teórico, la teoría para
nosotros era casi un misterio hasta que terminábamos la carrera.
A modo personal, y aunque
suene redundante ¿Qué se enseña cuando se enseña arqueología?
La
enseñanza básica para la formación de un arqueólogo está a nivel metodológico,
de trabajo de campo. Y aquí es importante por ejemplo el registro arqueológico,
siempre lo he recalcado, que si el alumno no sabe hacer un registro
arqueológico desde el inicio, cualquier conclusión que pueda llegar no tiene validez
porque no está apoyado en la evidencia material. La mayor flaqueza de la
arqueología justamente está en el registro arqueológico, la educación
profesional tiene que fortalecer esa parte de la formación del estudiante. La
parte metodológica, la parte práctica, el trabajo de campo; yo por lo menos me
he formado de esa manera. Yo termine arqueología y poco sabía de teoría,
realmente poco. Ni siquiera los profesores me habían orientado en eso.
UNA MIRADA A LOS NUEVOS
PROFESIONALES
En base a su experiencia,
¿cuál sería la lección o experiencia que nos podría compartir en cuando a la
enseñanza arqueológica?
Como
docente hemos tenido mucha experiencia. Todos los alumnos no son iguales.
Siempre los he diferenciado por bases, hay bases que fueron grupos casi
selectos y hay bases que no sé porque han llegado a estudiar arqueología. Teniendo
en cuenta eso, siempre trato de dar más cuando hay más interés de los
estudiantes y doy menos cuando no hay ningún interés. No me voy a preocupar por
alumnos que ni siquiera tienen una orientación vocacional.
Desde su punto de vista
¿cuál sería el nuevo reto al que se enfrentan los nuevos profesionales en
arqueología? ¿Qué espera al país en general?
Bueno,
esto está vinculado a todos los aspectos socio-políticos que están ocurriendo
en el Perú. En mi generación había el compromiso o la obligación de que el
arqueólogo tenía que poner en valor los monumentos. Era un científico puro que hacía
una propuesta de investigación, hacía su trabajo y no le interesaba el resto; o
sea, la cultura material, nuestro patrimonio quedaba al desamparo. Y esa es una
escuela que se instaura con la ‘escuela norteamericana’, porque ¿qué han hecho
los extranjeros? Vinieron, hicieron su tesis, excavaron y jamás han puesto en
valor nada. La puesta en valor es puro esfuerzo de los arqueólogos peruanos y
ustedes lo conocen.
Profesor Daniel Morales en San Marcos. Foto: José Guerrero 2017
Cambiando de tema, en
relación a la gestión pública del sector cultural ¿cuáles son sus expectativas
con relación a la labor y agenda del actual ministro?
El
Ministerio de Cultura abarca un ámbito muy grande, pero en lo que se refiere al
patrimonio cultural hay muchas tareas que no se han hecho. Por ejemplo, es
lamentable que ni siquiera exista un
inventario de sitios arqueológicos hasta la fecha, ya no se hacen los famosos
catastros arqueológicos que antes se hacían. Entonces eso implica destrucción
del patrimonio porque no hay un inventario, un catastro, no hay material para sustentar
que el arqueólogo puede defenderse de la invasión de sitios arqueológicos. Está
totalmente desarmado y el Ministerio de Cultura no ha hecho absolutamente nada;
esa es una parte importante que está fallando. Ahora, a nivel de proyectos de
investigación, el Ministerio de Cultura solo está promoviendo el Proyecto
Qhapaq Ñan, que tiene un presupuesto, una infraestructura, etc. pero han pasado
muchos años y no veo resultados claros, o las contribuciones que podría haber
generado el trabajo de este gran proyecto.
Considero
que ahí también hay una mala orientación, una pésima dirección… han entregado
eso en manos de arqueólogos que no conocen, no saben cuál puede ser la
estrategia para que el Qhapaq Ñan cobre importancia a nivel nacional. Yo pienso
que solamente hay que mirar a los incas, ¿qué fue el Qhapaq Ñan en la época
inca? fue una estrategia sociopolítica de avanzada, de dominio del gran
imperio. Nosotros no tenemos ninguna estrategia para ese proyecto llamado
Qhapaq Ñan, se está haciendo cualquier cosa pero no hay una mira, una línea que
oriente hacia dónde va este proyecto. Como estrategia no solamente política,
porque esto une varios países, sino también como estrategia de investigación. ¿Qué
se quiere investigar con el Qhapaq Ñan?... Yo veo ese proyecto descabezado
totalmente, no sabe a dónde va, cada director que entra quiere hacer otra cosa
y se pierde todos los objetivos que debería tener.
En una reciente
entrevista hecha a Walter Alva, se plantea que la Unidad Ejecutora Naylamp debe
ser sometida a reingeniería ya que no hay presupuesto para la investigación
arqueológica y además propone la creación de una “Comisión Regional Norte de
Cultura” ¿Cuál es su opinión al respecto?
Walter
Alva tiene mucha experiencia en este caso porque, ya con el Señor de Sipán, ha
tenido toda una experiencia interesante que debería ser recogida. Creo que su
palabra es respetable y con esto de las regiones también estoy de acuerdo. Aquí
los únicos valientes han sido los cusqueños que se han parado y no han dejado
hacer lo que han querido a la central del Ministerio de Cultura. A partir de lo
que hicieron en el Cusco recién se han creado las regiones donde hay un
arqueólogo y este puede ocuparse de esa zona. Y esto es importante en zonas que
tienen una concentración masiva de sitios arqueológicos como es en el norte, y
creo que se justifica, no solamente una sede regional. Se debería independizar
porque ahí hay una escuela –Trujillo-, aquí en Lima otra y creo que esto debería
ir vinculado a la formación para que quienes forman arqueólogos, pongan las
barbas en remojo y vean de qué manera se puede trazar una nueva estrategia de
currícula para adecuarse a ese nuevo sistema.
Estamos a cuatro años del
bicentenario del país. ¿Cuál sería el panorama que se tendría para el sector
cultural – a nivel de temas de patrimonio- si las cosas siguen con el rumbo
actual?
El
bicentenario y la cultura que es tan amplia, se podría ver de manera
específica. Qué hacer con el patrimonio a propósito del bicentenario, aunque
esto no tiene que ver nada con lo prehispánico. Pero a nivel de política del
Estado, por lo menos, debería servir para tener una estrategia referida a la
defensa del patrimonio cultural y especialmente al arqueológico. Hasta ahora no
hay una ley realmente buena que proteja el patrimonio, se necesita una
convocatoria a nivel regional que el Ministerio de Cultura no está haciendo ni
le interesa. Otra cosa es que los arqueólogos, que son los más interesados,
tampoco, entonces cada uno anda con sus problemas; no les interesan realmente
la conservación del patrimonio.
creo que la conservación del patrimonio, debe tener una finalidad practica, que ayude a resolver problemas concretos en los momentos actuales, esto le dará una mayor legitimidad, y las generaciones mas jóvenes lo verán no solo como una acumulación de información, que puede ser prescindible, si no como una fuente inagotable de opciones para la solución de problemas vigentes
ResponderBorrarFelicitaciones por este blog y por las ideas tan claras vertidas por sus entrevistados. Si me permiten fortalecer con unas reflexiones. Sobre el recuerzo presupuestal para investigacion arqueológica esto debe darse solo si los que investigan innovan en logran productos de mayor alcance, un libro es fundamental, un museo tambien, pero es tiempo que el conocimiento logrado tenga unmayo uso, una mayor aplicaciones sobre todo socioeconómica.
ResponderBorrarEn el norte, caso lambayeque los museos hacen muchos esfuerzos por mantener su labor que ha motivado en muchas tareas el conocimiento sobre Mochicas, sicanes o lambayeques y han venido dando la sinergia fundamental para la significancia de su patrimonio, ellos necesitan ir mas alla y eso requiere fortalecer su gestion con inversion, innovacion, Hacerlo fortalecera la institucionalidad del sector cultura. Hoy no es suficiente investigar solo para escribir si no llega al alcance y bienestar de un ciudadano o un comunero. Saludos.
Saludos profesor morales; claro y preciso como siempre.
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