En el #DíaDelArqueólogo, la Asociación YIHDES entrevistó al arqueólogo Javier Vásquez Llanos, quien tiene quince años de experiencia en el sector cultura y es egresado de la maestría en Museología y Gestión Cultural de la Universidad Ricardo Palma, diplomado en Gestión del Patrimonio Arqueológico por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y Licenciatura en Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
SITUACIÓN ACTUAL DE LA
CARRERA
En su opinión,
¿cuál es la lectura del panorama laboral actual para los arqueólogos peruanos?
Estamos
en un momento difícil para los arqueólogos. Tenemos una gran cantidad de
arqueólogos que se están formando en las universidades pero va a ser muy difícil
para ellos encontrar trabajo. Hay dos campos principales donde uno puede laborar:
el estado con el Ministerio de Cultura y sus proyectos y, por otro lado, el
sector privado. Entonces si uno desea trabajar en el estado hay una serie de
requisitos que tiene que cumplir pero cada vez es más difícil ya que se van
formando ciertos grupos que están relacionados con influencias y que quieren
trabajar con su gente. Así tenemos toda una serie de procesos CAS que están
arreglados y de contratos que están amañados. Hace poco un viceministro tuvo
que renunciar por favorecer a su empresa y así existen varios casos de
corrupción. Entonces es un ámbito muy cerrado para entrar a trabajar en los
proyectos del estado, uno tiene que tener un amigo o algún conocido dentro del
Ministerio para poder ingresar. El tema de meritocracia de por sí ha
desaparecido.
Ahora
tenemos por otro lado al sector privado que no está ajeno a los problemas ya que
si bien es cierto hay una gran cantidad de empresas consultoras en arqueología
que están desarrollando obras de infraestructura, carreteras, hidroeléctricas,
gas, etc., son solo cinco o seis empresas las que están mejor posicionadas. Las
demás empresas son pequeñas y a veces son subcontratadas por las más grandes y uno
puede trabajar para estos pero aún así la cuestión económica sigue siendo el
gran problema. Si bien puedes tener una plaza de trabajo, no te pagan lo que
deberías recibir tanto por tu formación como por tu experiencia. Debido a que
hay mucha oferta, hay poco reconocimiento (por parte de las empresas) de la
preparación que tienen algunos arqueólogos.
Tenemos
entonces estos dos problemas: por un lado si bien trabajando para el estado se
puede ganar un poco más es difícil acceder a este mercado laboral. Al mismo tiempo,
si bien en el sector privado existe un poco más de oportunidad laboral, las
empresas no pagan lo que uno merece. No quiero con esto hacer que los
estudiantes de arqueología se desanimen. La carrera es excelente pero debemos
tener otras herramientas más en nuestra formación, como por ejemplo aprender acerca
de gestión, que es algo para lo cual no nos preparan en la universidad. Nos
enseñan a investigar y eso está bien, el arqueólogo es un investigador nato,
pero también tenemos que desarrollar herramientas que nos permitan gestionar apropiadamente
cuando ocupemos cargos para así crear sinergias con diferentes actores y poder
conservar o poner en valor el patrimonio cultural.
Por
otro lado, si nosotros queremos iniciar nuestra empresa consultora o de
servicios arqueológicos o de museos, también podríamos gestionarla de manera adecuada
y sostenible. Es algo que está faltando en este aspecto.
Ahora que el
COARPE ha pedido la colegiatura para todos los arqueólogos que postulan a una
convocatoria del Ministerio de Cultura, ¿te sientes representado por el
colegio?
El
tema del COARPE es muy criticado últimamente. La colegiatura es importante y
necesaria para que cualquier profesional pueda ejercer su carrera; es un
proceso natural y algo a lo que teníamos que llegar. El problema es que muchos
colegas no se sienten representados por este colegio y esto ocurre porque ven
que el colegio está persiguiendo al gremio en lugar de defenderlo. El año
pasado tuvimos esta noticia en la cual el colegio buscaba denunciar a los arqueólogos
que estaban ejerciendo en el ministerio sin estar colegiados. Querían (el
colegio) que el ministerio les facilite los nombres para que ellos los
denuncien ante la fiscalía, en lugar de pedir explicaciones al ministerio de
porque estaban contratando arqueólogos sin estar debidamente colegiados. Es
decir, el colegio no puede perseguir a los colegas cuando el que está en falta
es su empleador. Esta situación se ha revertido hace poco y me parece lo más
sensato.
Lo
que sucede con el colegio es algo que debería ser sencillo de solucionar ya que
todo colegio profesional al que uno está sujeto, debe necesariamente exigir un
pago para habilitarte, un derecho. Pero este pago debe dar algún tipo de
beneficio. Actualmente, no veo eso en el colegio. ¿Cuáles son los beneficios que
puedo tener haciendo ese pago que es anual si no me equivoco? Incluso también
hubo un conflicto acerca del monto de pago, ya que no era el que se había
estipulado inicialmente en los estatutos y todo esto fue un revuelo que estallo
en las redes. Este es otro punto flaco que tiene el colegio ya que se está
haciendo un cobro a los colegas y no se le está dando un tipo de beneficio. Me
parece que el año pasado han hecho un primer curso de conservación para los
colegiados pero esta es la única capacitación dada hasta el momento y no hay
otro beneficio.
Javier Vásquez es director de la empresa Gestionando el Patrimonio (GPAM) |
Hace
poco hemos tenido que lamentar la muerte de un colega y el colegio ha
reaccionado tarde, habiendo solamente publicado un comunicado. Yo también puedo
alzar la voz y estar en contra de lo que ha pasado, pero hasta el momento no vemos resultado alguno
de las investigaciones que ellos dijeron iban a realizar. No se trata de pedir
explicaciones, se trata de ir al ministerio y saber porque se está dando esta
situación. ¿Porque el trabajo del arqueólogo, después de tantos años de tener
una carrera, tiene que ser tan precario? Todavía no están claras las razones de
muerte de Alex pero parece que hay un tema de negligencia por parte de la
institución. Entonces es importante que nuestro colegio nos ofrezca protección,
que provea con una asesoría legal, que presione a nuestros empleadores para que
estemos asegurado y que ofrezca una defensa al arqueólogo cuando existan negligencias.
No solamente perseguirnos por ejercer la profesión ya que esto es lo que nos
gusta hacer, para esto nos hemos preparado pero también necesitamos sostenernos
económicamente.
Durante este
gobierno se ha cambiado varias veces al ministro de cultura, ¿crees que hay un
plan de trabajo a largo plazo a puertas del bicentenario?
En
el caso del ministerio, vemos que siempre está con muchos problemas. Si bien es
cierto que es una institución necesaria, no fue creada con una verdadera
planificación desde un inicio. Su creación fue una gran idea o proyecto para
tener una institución que conduzca el destino de la cultura y el patrimonio
pero no tuvo una sólida respuesta política. Esto solo se logra a través de
diseño de políticas culturales que, hasta ahora, solo se han mantenido en una
serie de lineamientos. Estos lineamientos, si uno lo revisa, son muy generales,
están entrelazados unos con otros y no existe un panorama claro acerca de la
forma de conducir la gestión del patrimonio.
Por
otro lado, el ministerio es una institución totalmente centralizada. Si bien
tenemos direcciones regionales de cultura no cuentan con buenos profesionales
técnicos o con personal suficiente y apropiadamente remunerados. Entonces, hay
una gran carencia de profesionales capacitados que trabajen con el patrimonio. Todo
eso tiene que ser la preocupación de un Ministerio de Cultura. Cuando no existe
una política nacional de cultura que tenga que ver con líneas estratégicas
claras donde estén juntas la investigación, la conservación y la difusión del
patrimonio, es cuando las autoridades que llegan al ministerio hacen lo que pueden
o lo que quieren.
Entonces,
uno puede tener la mejor intención pero se choca con esta pared de burocracia
por un lado y de falta de planes y líneas ejecutoras por otro lado. Esto hace
que sea un ministerio débil, que no pueda controlar o administrar todo el
patrimonio que tenemos y es por esto que está pasando por un momento difícil y
de crisis, habiendo sido golpeado duramente por la corrupción. Mientras no
tengamos una política nacional con ejes estratégicos claros para la gestión del
patrimonio, va ser muy difícil que tengamos un patrimonio sostenible. Lo que
investigadores y otros colegas estamos postulando ya hace bastante tiempo es
que se realice una descentralización de la gestión del patrimonio.
Lo
que se necesita es que el ministerio vaya a los lugares donde se encuentra el
patrimonio y donde la gente vive con este. Si bien va a ser un proceso
complicado, es algo que ha funcionado muy bien en otros países y que mejora a
las comunidades que viven alrededor del patrimonio. Hay que poner a disposición
de los gobiernos regionales y locales la gestión del patrimonio; esta es la
única manera, a nuestro modo de ver, que el patrimonio sea sostenible.
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